Necesitamos una sociedad nueva,
más fraterna, más solidaria, un nuevo humanismo. La convivencia humana sufre
heridas graves cuando priman la avaricia, el individualismo, la falta de
solidaridad. Cuando Dios está ausente, es el hombre el que primero paga las
consecuencias. Por otra parte ya vemos que no se puede vivir solo de opiniones, como sostiene el
relativismo, sino que hacen faltan convicciones.
En un momento como el que vivimos
muchos piensan que estamos en un callejón sin salida. Se preguntan: ¿merecen la
pena tantos sacrificios como se nos imponen?¿Se puede atisbar una superación de
la crisis? Pues bien, ahora es cuando la Iglesia está llamada a llevar a la
sociedad la esperanza que se funda en saber que, más allá de los datos, está la
seguridad de que Jesucristo ha prometido estar con nosotros todos los días hasta
el fin del mundo.
La Iglesia contribuye a crear un
nuevo estilo de convivencia cuando vive la caridad. “La fe, dice san Pablo, se muestra en las obras
de caridad”. No estamos
llamados a entregar a los demás solo nuestro amor, sino el amor de
Dios que hay en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha
dado. Vivir entregados a los demás y
no encerrados en nuestro egoísmo es un estilo alternativo de vida.
Particularmente los cristianos
volvemos nuestros ojos y nuestras manos a lo más desfavorecidos, a los que más
fuertemente padecen los efectos de la crisis que nos azota. A los millones de
parados, a las familias en las que no entra ingreso alguno cada mes, a los que
carecen de los alimentos imprescindibles, etc… Si en la convivencia social
todos mirásemos más a los más pobres, todo cambiaría absolutamente. Todos
nos sentimos orgullosos de la labor que está desarrollando Cáritas en estos
momentos de dificultad. Pero Cáritas es solo el buque insignia de toda la
labor social y caritativa de la Iglesia en la que está empeñados muchos
religiosos y religiosas, así como también muchos seglares, en solitario y
formando parte de instituciones muy beneméritas.
Todo esto y mucho más aporta
nuestra Iglesia de Mondoñedo-Ferrol en la sociedad en que nos toca vivir. Con
humildad y con perseverancia. Apoyar a la Iglesia es promover todo esto: una
sociedad mejor. Merece la pena.
Que el Señor nos bendiga a todos
para que brille su rostro de bondad y misericordia en una sociedad como la
nuestra que puede y debe ser mejor.
+Manuel Sánchez Monge
Obispo de Mondoñedo-Ferrol
No hay comentarios:
Publicar un comentario