Madrid, 13 de Agosto de 2012
Beatísimo Padre:
Al cumplirse el
primer aniversario del gran acontecimiento de gracia que fue la Jornada Mundial
de la Juventud, en nombre propio, en el de mis obispos auxiliares y en el de
toda la diócesis, me complace agradecerle una vez más el haber escogido la sede
de Madrid para este encuentro mundial de jóvenes, que puede ser comparado con
una generosa siembra del evangelio en el corazón de los dos millones de jóvenes
que participaron.