Presencia de Cristo en la Eucaristía y en los
pobres
Escrito del Sr. Obispo con motivo del Día del Corpus
La fiesta del
Corpus nos invita a contemplar a Cristo presente en la Eucaristía, a adorarle y
a darle gracias por el gran amor que nos ha manifestado. Bajo todos los aspectos
esta fiesta nos habla del amor inmenso de Jesucristo, de lo que Él es, Pan vivo bajado del cielo. Esta
extraordinaria realidad del amor divino se condensa en la Eucaristía celebrada y adorada en la
solemnidad del Corpus
Christi. Al contemplar el Santísimo Sacramento en la custodia
debemos caer en la cuenta de cómo el Amor lo transforma todo, el pan, nosotros,
la naturaleza, el mundo.
Participar de la
Eucaristía nos impulsa a una íntima unión con Cristo y también nos lleva a mirar
hacia los hermanos: hacia los que carecen de fe y, por tanto, no han
experimentado la alegría de creer y hacia los que, víctimas de la crisis o de
otras causas, están experimentando el drama de la pobreza, el hambre y la
exclusión social. Por eso el Día de
la Caridad, que promueve Cáritas todos los años, viene celebrándose
con mucho acierto en la solemnidad del Corpus Christi. Por dos razones
fundamentales: Porque no tendría sentido participar en la Eucaristía, asistir a
la procesión del Corpus, engalanar nuestras calles…, y no cuidar, atender y
ayudar a los hermanos que pasan necesidad. Y porque el cuerpo del Señor
entregado por nosotros y su sangre derramada constituyen la fuente y el alimento
de nuestra caridad.
La situación
actual se ha agravado. La pobreza entre nosotros se ha hecho «más extensa, más
intensa y más crónica», como ha denunciado Cáritas: “La tasa de desempleo en el 23% de la
población activa, y afectando al 49% de los jóvenes sin acceso al trabajo. Uno
de cada cuatro españoles está en situación de riesgo de pobreza y exclusión
social, consecuencia, en muchos casos, de la pérdida de la vivienda y del
trabajo. El número de hogares con todos sus componentes activos en paro ha
alcanzado la cifra de 1.425.000, y de ellos 580.000 tampoco reciben ingresos de
prestaciones sociales”. “Mientras tanto, como dicen los
obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, estamos dando paso a una sociedad más injusta
en la que la brecha entre ricos y pobres se hace cada vez más profunda, y
aumenta entre nosotros más que en el resto de Estados de la Unión
Europea”.
Gracias a Dios,
han aumentado los donativos a Cáritas para que alivie en lo que pueda las muchas
necesidades que sufren nuestros hermanos. Se dan casos conmovedores, como el de
la viuda del Evangelio, que echó en el cepillo del templo lo poco que tenía. Se
ha podido comprobar el dicho de que un grano no hace granero pero ayuda al
compañero. Ha crecido también el número de voluntarios que no se conforman con
suscribirse a Cáritas o con dar un donativo, sino que se dan ellos mismos,
ofreciendo su tiempo para ser voluntarios en los programas e iniciativas que
Cáritas realiza.
Agradezco a
Cáritas diocesana y a las Cáritas parroquiales sus esfuerzos por atender las
necesidades más elementales de los pobres, sin olvidar algunas tareas de
promoción social. Y felicito a todos los que colaboráis con Cáritas de diversas
formas. Unos como expresión de vuestra fe que se alimenta en la Eucaristía y
otros porque confiáis en la Iglesia porque es digna de fiar en su irrenunciable
servicio de la caridad.
Y a cuantos
sufrís de manera más viva e intensa los efectos de la crisis quiero manifestaros
la cercanía, afecto y apoyo personal y de toda la diócesis para que no
desfallezca vuestra esperanza.
Con mi
afecto y mi bendición,
+Mons. Manuel Sánchez Monge
Obispo de Mondoñedo-Ferrol
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