Celebramos un año más la fiesta de la Virgen del Carmen, fiesta marinera por excelencia, acogida siempre con devoción alegría y esperanza.
Juan Pablo II en la Christifideles
Laici afirmaba: "Enteros países y naciones, en los que en un tiempo la
religión y la vida cristiana fueron florecientes y capaces de dar origen a
comunidades de fe viva y operativa, están ahora sometidos a dura prueba e
incluso alguna que otra vez son radicalmente transformados por el continuo
difundirse del indiferentismo, del secularismo y del ateísmo. Se trata, en
concreto, de países y naciones del llamado Primer Mundo, en el que el bienestar
económico y el consumismo —si bien entremezclado con espantosas situaciones de
pobreza y miseria— inspiran y sostienen una existencia vivida 'como si no
hubiera Dios'. Ahora bien, el indiferentismo religioso y la total irrelevancia
práctica de Dios para resolver los problemas, incluso graves, de la vida, no son
menos preocupantes y desoladores que el ateísmo declarado. Y también la fe
cristiana —aunque sobrevive en algunas manifestaciones tradicionales y
ceremoniales— tiende a ser arrancada de cuajo de los momentos más significativos
de la existencia humana, como son los momentos del nacer, del sufrir y del
morir”.
Hemos de partir de la convicción absoluta de
que, con el Evangelio, se nos ha entregado una perla tan valiosa que no podemos
guardarla para nosotros mismos, sino que debemos transmitir e invitar a todos
los que nos encontremos por el camino. Porque hemos de emprender un camino de
seguimiento de Jesucristo, con un convencimiento claro, nacido del encuentro con
Él.
La nueva evangelización trata de buscar las
formas de seguir anunciando a Jesucristo en un mundo que ya ha oído hablar de
Él, pero que vive como si nunca lo hubiera escuchado. Un mundo cuya cultura e
historia tienen hondas raíces cristianas pero donde no se puede presuponer la
fe. Un mundo con barniz cristiano, pero que vive totalmente de espaldas a
Dios.
Hay que anunciar con fuerza y convicción,
más con nuestra vida que con nuestras palabras, que Cristo vive y que abre a una
manera absolutamente nueva de ser, de estar y de vivir en medio del mundo, que
lleva en último término a vivir, ya ahora, la vida eterna. Así, seremos como
Cristo, buena Noticia para los hombres y mujeres del mar.
No hay iniciación cristiana sin madre, ya
que es el nacimiento de las personas como cristianos, y la maternidad la ejercen
inseparablemente María la Virgen Madre y la Iglesia, en cuyo hogar entran y
habitan los cristianos. María es la gran educadora, la Estrella del mar que nos
guía por las aguas turbulentas de la vida, sobre todo en momentos como el que
vivimos de fuerte crisis económica y desempleo. En un mundo marítimo cada vez
más heterogéneo; en los puertos, convertidos en encrucijada de la humanidad, y
en buques con tripulación de diferentes nacionalidades y credos, los cristianos
debemos anunciar el Evangelio de Jesucristo con entusiasmo y con el respeto
profundo que nace del cariño que sentimos por ellos.
Que Santa María, faro luminoso, nos guíe y
nos proteja en estos tiempos difíciles en que nos toca navegar.
+Mons. Manuel Sánchez Monge
Obispo de Mondoñedo-Ferrol
No hay comentarios:
Publicar un comentario